domingo, 23 de octubre de 2016

Buenas salidas y falsas salidas de la adolescencia

Por Verónica Lagamma



Freud en “Tres ensayos de teoría sexual” compara la metamorfosis de la pubertad con la perforación de un túnel que comienza por sus dos extremos simultáneamente. Esta metáfora permite decir que este túnel hay que perforarlo y a atravesarlo para salir de la adolescencia.


Sabemos desde el psicoanálisis lacaniano que “no hay sujeto sin Otro”, también podemos decir que “no hay adolescente sin Otro”, esto es, sin sus padres, profesores o tutores, la institución o el analista. Las respuestas, la posición de los adultos que vendrán a investirse o no con la función del Otro, adquieren una relevancia fundamental, en la entrada y en la salida del túnel.


Por supuesto que no existe una formula para garantizar una salida exitosa del túnel. El recorrido del túnel va más allá de la cronología, es preciso el recorrido de un tiempo lógico. De allí la importancia de considerar el tiempo de la pubertad como ese momento donde el joven se prepara para dar un salto en la vida, el de abandonar el mundo de sus objetos infantiles de satisfacción y preparase para la vida adulta. La salida del túnel, en el mejor de los casos, va a estar en relación a un proyecto vivaz para ese joven.


Podemos decir que tenemos buenas salidas y falsas salidas. Las falsas salidas o la no salida de la adolescencia vamos a situarla por el lado del síntoma en su vertiente más sufriente. Son modos sintomáticos de defenderse frente a los impasses de su trayecto hacia el mundo adulto.


Las buenas salidas, podemos pensarla en relación al goce de la vida que se deciden en un anudamiento singular de ese joven, que va a estar entramado en relación a ciertas contingencias.


Con respecto a las posibles salidas de la adolescencia quiero hacer un breve comentario de la película llamada “Precious”. “Precious” está basada en la novela Push (1996), escrita por Saphire, quien enseñaba a leer y escribir a adolescentes en Harlem y en cuya experiencia se basa el libro.


A sus 16 años, Claireece “Precious” Jones está embarazada por segunda vez de su padre, al que nunca ve. Es una chica obesa y analfabeta que vive en Harlem junto a su madre, que la somete a maltratos físicos y verbales. “Precious” va a una escuela pública, se muestra callada, no abre su cuaderno. Dice gustarle las matemáticas. Además delibera: “algo va a suceder, algo la va a liberar o alguien me vendrá a liberar”. La posición inicial de la adolescente es de no querer saber lo que le pasa, ni tener la posibilidad de que su palabra sea escuchada. Está sola, encerrada en sus pensamientos. “Precious” aparece como objeto a ser gozado, objeto de desecho.


Este film también nos muestra escenas de bullying, vemos a la protagonista ser objeto de burla de sus compañeros y jóvenes del barrio. “Precious” está identificada en el lugar de víctima de la agresión del otro, lo que conlleva una inhibición en su acto de respuesta. De este modo podemos pensar el bullying como una falsa salida para los adolescentes del siglo XXI, una falsa salida por la vía del acto.


En una de las primeras imágenes del film, “Precious” aparece pensando en sus gustos e inmediatamente surgen pensamientos que invalidan su deseo, brotan las palabras de la madre con un efecto penetrante.


Cuando la joven está a punto de abandonar la escuela por su embarazo es enviada a una escuela alternativa, donde los alumnos participan activamente en la enseñanza, allí conocerá a la profesora Rain.


Es así que esta adolescente ingresa a la escuela alternativa y acontece el comienzo de algo distinto. El encuentro contingente con esa profesora, va a introducir un nuevo alojamiento en el Otro, un nuevo amor transferencial. Ella pregunta por su nombre y su historia a cada una de sus alumnas. Ya en el primer encuentro les pregunta: ¿qué es lo que mejor saben hacer?, dando un lugar al deseo. Se produce un giro en “Precious” y habla, habla por primera vez en una clase.


Además la profesora les pide que escriban sobre lo que sienten, no le importa si es con falta de ortografía, simplemente que escriban. La importancia de lo simbólico, de la escritura, le posibilita alfabetizar su pensar. En el cuaderno escribe que pensaba que nunca iba aprender, y que ahora ama a la escuela. Su subjetividad se trama de otra manera.


Nace su segundo hijo, vemos a “Precious” que decide amamantar, siente que puede hacerlo y quiere recuperar a su otra hija. Empieza a pensar que puede leerle a su hijo.


Es importante acentuar la transferencia de trabajo que posibilita la profesora, la posición de esta profesora que sostiene su deseo dando lugar al deseo de cada uno. “Precious” decide en función de su deseo. Decide asistir a esa escuela alternativa. A pesar del horror de su historia, se alfabetiza. “Precious” decide otra cosa para sí, se enlaza al deseo generado por la escuela alternativa. Vemos que hay un consentimiento al deseo que promueve la alfabetización.


Para finalizar quiero agregar que no hay nada programado previamente en la salida de la adolescencia porque va a depender de cada adolescente, es el resultado de una invención particular. Que puede ir en dirección a una posibilidad de hacer que lo habilite a vivir mejor. En muchos casos dejando advenir su deseo. Por supuesto que no es sin un Otro que le diga: “Sí”. En este sentido la salida siempre será inédita, será nueva y particular en cada adolescente.

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